Artículos de Prensa

El gobierno inspeccionará por sorpresa a empresas sospechadas de lavado de dinero

EL Cronista
por: Alejandro González

Una historia de buitres, lechuzones y... pajaritos

A veces, la fauna puede ser una colorida metáfora de las conductas humanas y sociales. Las fábulas de Esopo lo muestran desde hace siglos. En una visión contemporánea más prosaica y menos poética, hace varios días que no paramos de hablar de los ?buitres?. No hace falta indicar aquí a qué nos referimos cuando hablamos de los fondos ?buitres?, que operan comprando títulos de deuda en default de estados o particulares.

Las patéticas desventuras de la Fragata Libertad y el poco pintoresco pero más grave caso judicial tramitado en Nueva York ha puesto de manifiesto la cruda realidad que viene del default vernáculo de 2001. Con su grotesca declaración y festejo en el Congreso de 2001, que luego fue seguido de la presentada como exitosa -y también festejada- renegociación de la deuda en 2005, al revés de lo que las felices caras de los políticos mostraban, fueron gravísimos errores de manejo de la política económica nacional. Pero, nos vamos a valer en este análisis de las metáforas zoológicas, en una suerte de nueva fábula. Los buitres, que se alimentan de carroña, compraron algunos títulos de deuda argentinos y rechazaron las propuestas de canje que hizo el gobierno en dos ocasiones (2005 y 2010). Los lechuzones son los políticos argentinos. Aves nocturnas que aprovechan que sus presas bajan la guardia cuando duermen y así se alimentan de ellas. En tanto, los pajaritos son los inversores, que compraron en 2001 títulos al 95 % de su valor nominal, que en menos de un año entraron en cesación de pagos y que en 2005 soportaron estoicamente canjearlos por títulos nuevos ¡con una quita del 75 % y a cobrar en 30 años! El default argentino tuvo dos records a nivel mundial que no deberían ser motivo de orgullo: Fue el más grande en cuanto a monto de deuda incumplida y el que más quita y plazo consiguió, sometiendo a un gran perjuicio a los tenedores de los títulos que ingresaron en el canje.

Luego de soportar tamaña pérdida, algunos de estos pajaritos pensaron que aceptar los títulos del canje en pesos ajustables por índice de precios les permitiría recuperar algo del terreno perdido: el incremento de los precios, que es más lento a la salida de una crisis, tendería a acercarse al tipo de cambio devaluado, que crece con virulencia y rapidez cuando la crisis se desata.

La realidad coincidió con ese pronóstico. Pero los pajaritos no tuvieron en cuenta un detalle: Los lechuzones tienen a Moreno para hacerle decir al Indec una inflación menor a la real, con lo cual esos títulos aumentaron menos de lo que correspondía. La obvia consecuencia fue que los precios cayeron de nuevo. Un default dentro de otro default.

Pero no todos los pajaritos fueron ingenuos. Otros, prefirieron tomar títulos del canje en dólares con jurisdicción de Nueva York, pensando que los lechuzones no podrían dejar de cumplir con la misma facilidad compromisos donde los jueces no son nombrados por el Consejo de la Magistratura. Aunque no imaginaron la nueva pelea entre buitres y lechuzones. Los buitres reclaman en Nueva York que se les pague todo. Los jueces primero dijeron que debe aplicarse un criterio legal bastante sensato que se expresa en latín y que ?pari passu? también hay que darles algo a los buitres. Luego, lo cambiaron. Los lechuzones dicen que no van a depositar un dólar más de los que tenían planeado, y no incluyen a los buitres remisos a aceptar canjes anteriores. Mientras, los títulos de estos pobres pajaritos perdieron de nuevo: un 40 % sobre la cotización ya de por sí deprimida, amenazados de terminar cobrando menos de lo que corresponde.

En esta batalla contra los buitres, los lechuzones se llaman ahora defensores del interés de los pajaritos. Es raro, porque en 2001 y en 2005, no diferenciaban buitres de pajaritos. Los desconfiados se preguntan: ¿Por cuánto tiempo mantendrán esa actitud considerada? ¿Cuándo empezarán a lamentar el dinero que le tienen que depositar a los pajaritos que corre el riesgo de ser ?robado?? por los buitres y sus argucias legales? ¿Cuándo empezarán a ver de nuevo con buenos ojos, aplausos y risas, como en el 2001, que se le puede dejar de pagar a los pajaritos y seguir viviendo sin que nada cambie y sin ?malgastar? esos dólares, cepo de por medio?

Hasta aquí llegan las similitudes entre la vida animal y la cruda realidad de la deuda argentina. Los buitres, todos sabemos lo que son. Pero, el lechuzón del mundo animal es una especie en extinción, mientras que el político argentino más que desaparecer, parece extenderse a toda la actividad económica. Y a esta altura, los pajaritos, de tanto confiar en los lechuzones, más que pajaritos nos hemos vuelto pajarones, una categoría zoológica que no existe, aunque entre los humanos de argentina es una especie numerosa. Esopo se deleitaría con todo esto.

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